Soleràs,
el retrato romántico
de su autor
per Carlos Pujol
En la hora de su muerte, al recordar a Joan Sales, la memoria busca, más allá, de la persona, del amigo al que traté tanto en los últimos 15 años, la silueta de su héroe de ficción preferido, y que sin duda se parecía a él más que a nadie: el Soleràs de Incerta glòria, el centro de todo ese turbulento y apasionado relato de amor y de guerra, pero a quien sólo conocemos por la intensidad de su reflejo en las vidas de los demás.
Sales no fue un desconocido, pero sí un hombre mal conocido; su actividad como editor, capital en una época muy difícil de la literatura catalana, quizá contribuyó a enmascararle ante la opinión, ofreciendo una excusa para hablar él como de alguien que también era escritor. Ganó importantísimos premios, su novela conoció muchas ediciones, se tradujo al castellano y al francés, pero nunca tuvo ese relumbrón de vistosidad que hace popular.
El libro de su vida
En su trato personal Sales parecía estar muy lejos de su Soleràs, no era como él de humor histriónico y estrafalario, mitad filósofo mitad santo impensable de rompe y rasga; pero, tras la superficie de su afabilidad real, de su aparente mesura y de su gran sentido común, asomaba todo un nudo de paradojas que hacía fascinante su modo de ser, y que nutrió el romanticismo de su mejor libro. Era violento de condición -un violento reprimido- y a la vez de una bondad extrema, rígido en sus ideas, con una lucidez singular que le inclinaba a un humor irrespetuoso para con casi todo; delicadísimo en su cortesía, pero sincero y franco hasta el heroísmo; tenaz y melancólico, animoso y pesimista, inseparable d sus grandes ideales y también desengañadamente burlón.
Todo ese manojo de contradicciones se armonizaban de un modo tan humano, tan rico en cualidades íntimas, en talento y en cultura, que le hacía, para quien q quisiera tomarse la molestia de comprenderle un poco, una figura extraordinaria que forzaba a la admiración. Intransigente y cordial como pocos, incapaz de tomarse a broma nada serio y no menos incapaz de tomarse en serio todo lo demás, lleno de dignidad y desgarradamente satírico.
Incerta glòria, el gran libro de su vida, fue el fruto de más de 20 años de trabajo; premiado en 1955 con el Joanot Martorell, inició una larga pugna con una censura tan hostil como miope que le mutiló gravemente la -novela, hasta que en 1968 el Premio Ramon Llull abrió la posibilidad de que, en la estela de la traducción castellana,, pudiera publicarse el original catalán íntegro.
Esta versión castellana coincidió con un estado de excepción que estuvo a punto de frustrar el intento, pero una vez superados todos los obstáculos, aunque dio a conocer a Joan Sales al público de toda España, no tuvo el eco que el libro merecía en realidad. Las azarosa circunstancias de tantos años le movieron a idear una especia de desquite imaginativo, la cuarta y última parte de la novela, sobre el período de la posguerra que a mi juicio era un error o que por lo menos pertenecía a otra esfera. Incerta glòria, a pesar de este final extraño, es un magnífico libro, al igual que su autor, no desconocido, pero sí mal conocido; relegado al cajón temático de las crónicas de la-guerra civil, quizá los franceses, más que la propia crítica española, han sido los únicos que han sabido ver en la obra algo más que un testimonio bélico e incluso que una historia de amor: es una desconcertante historia de una mujer y de tres hombres enamorados de ella, todos, como el país entero, envueltos en el torbellino de la guerra civil.
Incerta glòria es un patético homenaje al idealismo de la juventud y de la fidelidad a ella, a unos ideales altísimos y crispados que las personas mayores traicionan; Soleràs, a la sombra de Kierkegaard, incurable romántico enamorado del fracaso, de todas las causas perdidas y de todos los imposibles, el desarraigado sin familia y sin convicciones, se ve asediado a un tiempo por los desengaños y por la evidencia de la fe. En su mezcla de ascetismo y de melancolía por la juventud que se va, de fe inconmovible y de- escandalosas truculencias; de intimidad dolorida y de tensión heroica frustrada, hay como un retrato novelesco de la personalidad más secreta de Joan Sales; un gran escritor que ocultaba detrás de una exigente noción de la sencillez a un verdadero artista.
Carlos Pujol es el traductor de Incerta glòria al castellano.
El País, novembre 1983
|