A Franckfurt
con Joan Sales
per Francesc-Marc Alvaro
LEÍ POR VEZ PRIMERA LA NOVELA Incerta glòria, de Joan Sales, en Menorca, durante unas vacaciones. Tenía yo veintitantos años y esa lectura me causó un impacto enorme porque, además de descubrir un personaje excepcional, como Juli Soleràs, entendí que la literatura catalana contemporánea tenía habitaciones mucho más amplias y atractivas de lo que parecía a simple vista, estancias capaces de conectarnos con universos extraordinarios. Incerta glòria también me arrastró por otros caminos inesperados, verbigracia hacia los bosques oscuros y pantanosos de la hoy llamada memoria histórica; confronté la visión de la guerra civil que emerge de la obra con los recuerdos de mi familia, con retazos de conversaciones olvidadas, con fotos perdidas por los cajones, y con testimonios de veteranos a los que, por suerte, tuve acceso.
Críticos solventes, como Joan Triadú, han calificado Incerta glòria de gran novela europea del siglo XX, relato total que refleja la crisis profunda del hombre contemporáneo dentro del vendaval de la guerra, con una fuerza y una complejidad singulares. Sales, comparado en su momento con Greene y Bernanos, parte de la tragedia para bucear, con detallismo, en los abismos donde el individuo llega hasta los limites de su conciencia frente a un mundo en coma. La carne y huesos de sus personajes nos acompaña con intensidad inusitada y notamos la respiración de los tres amigos combatientes en el frente de Aragón, Soleràs, Cruells y Lluís, así como de Trini, la mujer que hace de contrapunto a las voces masculinas. Soleràs, al que sólo conocemos por las palabras de los otros, se convierte en un extraño amigo del lector. Hace unos años, Catalunya Ràdio ofreció una magnífica versión radiofónica de la novela, una iniciativa que señala hasta qué punto estamos ante una historia de contornos épicos que podría interesar al gran público. Puesta en manos de un gran director, Incerta glòria podría dar lugar a una producción cinematográfica de éxito y proyección interacciónales. Si estuviéramos en Estados Unidos o en el Reino Unido, harta mucho tiempo que el cinismo desabrido y el romanticismo emboscado de Soleràs hubieran asomado por la gran pantalla y por la televisión.
A pocas semanas del comienzo: dela feria editorial de Frankfurt, que este año tiene a la literatura catalana como invitada de honor, he pensado mucho en Joan Sales, desaparecido en 1983. Como editor y como autor, Sales encarna lo mejor de nuestras letras: ambición, originalidad, riesgo, capacidad de crear lectores, amor a la lengua, universalidad. Además de Incerta glòria; sus Cartes a Màrius Torres dicen más y mejor de nuestra historia reciente que muchos manuales, con un estilo vivo y pugnaz, penetrante, de una sinceridad sobrecogedora, radical. Sales sería una buena bandera para desplegar en Frankfurt, al margen de nuestros clásicos y de nuestros autores vivos excelentes. Seria una puerta de lujo, incuestionable, para entrar en la literatura catalana.
No me consta que Incerta glòria haya sido traducida al alemán ni al inglés, lo cual debería interesarnos. En castellano, fue el sabio Carlos Pujol quien se encargó de ello en-1969, versión que Planeta reeditó en el 2005. Por cierto, sugiero humildemente desde aquí que alguien haga llegar sendos ejemplares de la versión castellana de Incerta glòria a los señores Zapatero y Rajoy antes de las próximas elecciones generales. Tal vez la lectura de Sales les ayude a ver con nueva perspectiva algunos asuntos muy sensibles que ambos manosean con escaso cuidado. Es motivo de satisfacción, en cambio, la reciente publicación en francés de la versión definitiva de la novela de Sales, con un prólogo de Juan Goytisolo, responsable en su momento de que Gallimard publicaram en 1962, otra traducción de esta obra a partir de una, versión más libre sin los cortes impuestos por la censura, pues iba destinada al exterior. Esta nueva edición francesa, con el importante apoyo del Institut Ramon Llull, se completa con un epílogo muy esclarecedor y certero del profesor Xavier Pla. Ojalá está Gloire incertaine, vertida cuidadosamente por Bemard Lesfargues y Marie Bohigas y editada por Editions Tinta Blava, ocupe un lugar destacado entre los materiales de la representación oficial en Frankfurt. Si hay que explicar a los europeos, y a los editores del resto del mundo, que la literatura catalana moderna puede hablar de tú a tú con las otras literaturas, la novela de Sales es un ejemplo perfecto. Tal vez la editorial alemana Suhrkamp, que ha decidido traducir, entre otros títulos, Quanta, quanta guerra, de Mercè Rodoreda, El quadern gris, de Josep Pla, y Les veus del Pamano, de Jaume Cabré, pueda interesarse también por Incerta glòria.
Juan Goytisolo, en el prólogo a la nueva traducción francesa, destaca que Sales escribe su obra como un testimonio a favor dela verdad y contra lo que el propio novelista y editor llamó "la mentira de los rojos y la mentira de los negros, de los fascistas". Un testimonio que fue permanentemente revisado y reescrito desde que, en 1955, Sales ganó el premio Joanot Martorell. Ahora, los responsables del Institut Ramon Llull, en un opúsculo editado para el público francés, rescatan oportunamente lo que los censores franquistas juzgaron en 1956, tras examinar el original de Incerta glòria. Según el funcionario de turno, la obra "expresa ideas heréticas -las propias de semejante individuo [un oficial del ejército rojo]- y a menudo en un lenguaje grosero y asqueroso, Se desprende una filosofía existencialista, condenable por la forma y el fondo. Las ideas condenables constituyen el verdadero fundo de la novela; de manera que, aunque se suprimieran pasajes enteros, la obra seguiría siendo absolutamente impublicable. Es preciso prohibirla en absoluto". Finalmente, la novela, con muchas supresiones, apareció en 1956 y, luego, sucesivas ediciones recogieron las ampliaciones y modificaciones introducidas por Sales. No hay duda de que las advertencias de los censores franquistas resultan, a día de hoy, una magnífica invitación involuntaria ala lectura de Incerta glòria. Para el lector catalán y para cualquier lector deseoso de penetrar en una gran historia.
Francesc Marc Álvaro
La Vanguardia, 17 de setembre 2007
|